El dedo de Santa Eulàlia

El actual nombre de la plaza se debe a una leyenda del siglo XIV basada en el traslado, en procesión, de los restos de Santa Eulàlia desde la iglesia de Santa María del Mar al altar mayor de la Catedral. Al llegar a la plaza del trigo, el sarcófago, misteriosamente, empezó a pesar y pesar hasta el punto que resultó imposible de mover. La multitud entendiendo esto como una mala señal se arrodilló y empezó a rezar. Dice la tradición que entonces apareció un ángel que señalaba uno de los canónigos de la sede. El fraile avergonzado confesó que había tomado un dedo a la mártir para conservarlo como reliquia. Una vez lo devolvió al ataúd, este se volvió a hacer ligero y la procesión continuó. En homenaje a esta aparición se hizo construir una imagen de bronce del ángel que se colocó en el portal de la muralla y acabó dando nombre a la plaza.